Por qué compartir información corporativa con IAs privadas puede ser un peligro real
La comodidad de la inteligencia artificial puede costar cara si no entendemos cómo maneja nuestros datos.
Introducción
Las herramientas de inteligencia artificial se han convertido en aliadas cotidianas de miles de profesionales. Desde redactar correos hasta analizar código, su eficiencia es innegable. Sin embargo, esa misma comodidad tiene un precio: la pérdida de control sobre la información que compartimos.
En un entorno corporativo, donde la confidencialidad es tan importante como la productividad, una sola frase enviada a una IA puede bastar para filtrar datos sensibles. Lo que parece una consulta inofensiva puede convertirse en una exposición innecesaria de información interna.
Las IAs privadas no son realmente “privadas”
Aunque muchas plataformas afirman proteger la privacidad del usuario, la realidad técnica es que los modelos en la nube necesitan procesar tus datos para responderte. Y eso implica abrir una puerta que ya no puedes cerrar del todo.
Los textos, documentos o fragmentos de código que introduces pueden almacenarse, temporal o permanentemente, en servidores de terceros. Algunas plataformas los utilizan incluso para mejorar sus modelos o realizar análisis internos. Y aunque se prometa anonimato, los datos pueden correlacionarse y revelar patrones internos de una empresa.
Un ejemplo conocido: Samsung, Apple, JPMorgan y Verizon llegaron a prohibir el uso de ChatGPT entre sus empleados tras detectar filtraciones accidentales de información corporativa en prompts aparentemente inocentes.
Fuente: El Mundo – mayo 2023
Lo que realmente se puede filtrar
La mayoría de las fugas no ocurren porque alguien suba un documento confidencial completo. Suelen producirse de manera indirecta, cuando se comparten ejemplos o fragmentos con información técnica que parece inofensiva.
Algunos casos típicos:
- Comentarios en el código que mencionan nombres internos.
- Estructuras de base de datos o rutas de servidores.
- Configuraciones de red, direcciones IP o scripts de conexión.
- Datos de empleados o clientes usados como ejemplos.
Una frase como:
“Este script conecta con nuestra base de datos Oracle del departamento financiero…” ya ofrece más información de la que debería salir del perímetro corporativo.
Riesgos reales detrás del mal uso
Los riesgos no siempre son visibles a corto plazo, pero existen y son serios:
- Pérdida de confidencialidad: la IA puede almacenar o entrenar con tus datos.
- Falta de control: no hay garantía de que la información se elimine.
- Riesgos legales: incumplimiento de RGPD, NDA o políticas internas.
- Ingeniería inversa: los datos pueden combinarse con otros y reconstruir contexto.
- Competencia desleal: una filtración mínima puede revelar estrategias o proyectos.
Cada uno de estos puntos puede derivar en consecuencias reputacionales, económicas o incluso legales.
Cómo reducir el riesgo sin renunciar a la IA
La inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa si se usa con criterio. Algunas prácticas seguras que toda empresa debería adoptar:
- Anonimizar los documentos antes de procesarlos, eliminando metadatos, nombres de autor, rutas de archivos o datos ocultos que puedan revelar información sensible. Herramientas como ExifTool o los asistentes de limpieza de metadatos de LibreOffice y Microsoft Office pueden automatizar esta tarea.
- Priorizar soluciones locales o self-hosted (Ollama, LM Studio, GPT4All, PrivateGPT…).
- Separar entornos de prueba y producción para evitar mezclar información real.
- Anonimizar o modificar los datos antes de enviarlos a un modelo externo.
- Definir políticas internas claras sobre el uso de IAs generativas.
- Formar a los empleados en ciberseguridad y buenas prácticas.
- Optar por plataformas corporativas certificadas, como Microsoft Copilot o Azure OpenAI, bajo contratos de tratamiento de datos específicos.
Conclusión
La inteligencia artificial no es el enemigo. El riesgo surge cuando se utiliza sin conciencia de lo que ocurre detrás de la interfaz. Cada dato que subimos a una IA es un fragmento de información que dejamos fuera del perímetro corporativo.
En ciberseguridad, la información es poder, y perder el control sobre ella -aunque sea de forma inocente- puede ser el comienzo de una brecha muy seria.
Por Rafael M. Pérez
Analista de Ciberseguridad | Fundador de UpgradeMe


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